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John Mraz

Héctor García: ambivalencias y contradicciones.

Documentalista, historiador,profesor de investigación en el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Puebla en México

La diva y el galán en el cine son construidos por el ojo artificial de la cámara que congela el tiempo, haciendo del rostro la imagen de la perfección inmutable. Pareja sin precedentes que desgarra el anhelo de la clase media. No hay tiempo que corrompa la belleza de Dolores del Río, de María Félix, de Columba Domínguez, de Rosita Quintana, de Tere Velásquez, de Silvia Pinal... Ni moda que no sea un homenaje a las fisonomías que marcan los deseos de hombres y mujeres, contempladores de las pantallas, de las revistas y los periódicos. Es el poder de la masa la que los hace vivir y los encarna en cada necesidad producida por los productos de moda sintetizados en la reproducción de esos rostros que construyen las pequeñas historias: apologías de clase que se desdoblan para habitar el rumor de la historia de la cultura mexicana.

 

1. El “oficio de informador.”1 Ser un permanente testigo: Una familia de fotógrafos. María y Héctor El Archivo Fotográfico Héctor García está en un estado de indefinición entre lo privado y lo público, entre la institucionalidad y el trajín diario de quienes habitan y conviven en la casa. El archivo es un objeto que sufre la mutación diaria de la rutina hogareña y de la formalidad académica. El investigador se convierte en un agente extraño que interrumpe en la cotidianidad de los que haceres domésticos, es el testigo silencioso que escucha la receta de la comida del día mientras descubre un tesoro visual. Esta particularidad hace difícil definir y delimitar el Archivo Héctor García, un archivo que encarna la dualidad. Por un lado, la experiencia del tiempo detenido de los documentos y, por otro lado, el tiempo que transcurre cotidianamente en la casa y vida de María García que es testigo y actor de este archivo. La condición misma de la idea y fisicalidad del archivo atraviesa la
transformación del principio de muerte en memoria viva, como un estado paradójico de la fotografía como documento del pasado y como “eterno presente”, dualidad que fascinaba a García. Hoy el reto se presenta en la reactivación pública de este archivo que como dijo Héctor “refresca la memoria (...)”

 

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